Gracias a la generosidad de Fermín Suárez y a la amabilidad de Rodolfo Ríos y su esposa Norita, pudimos reunirnos nuevamente con al menos una docena de los mecánicos de los 80 que también son un símbolo y muestra de la UNET productiva y grandiosa. Allí estaban además de ellos, Rosita Gómez y Jairo Castillo, Hogan Vega y Sra, Luis Carrero, Vicente Difroscia y Sra, Ronald Campitelli, Douglas Rosales, Pedro Chacón, Andres Eloy Blanco, Alberto Urbina y Sra , Freddy Moreno, Gerson Blanco, Freddy Sandoval y Sra.
Compartimos también con los profesores Trino Gutiérrez, Jaime Salcedo y sus esposas Maritza y Fátima. La hermosa casa de los Ríosm frente al histórico Colegio Salesiano de Táriba, le hizo recordar al profesor Trino su época de estudiante interno allí , con muy buenos profesores de bachillerato como el mismo papá de Rodolfo.
Después de los saludos y fotos de bienvenida, el calor característico de estos días nos invitaba a refrescarnos con polarcitas, pero también era infaltable la piñíta andina y por supuesto la apetecida botella verde de whisky que Fermín sabe que no puede faltar.
La conversación fluía generosa y como en todas las oportunidades, los nombres de los profesores fundadores de la carrera de ingeniería mecánica en la Unet como Valerio Wong y otros, salían a relucir con narración de historias y vivencias personales.
Se notaba alegría en los presentes por ver el buen ánimo y aspecto del profesor Jaime, y se percibía el orgullo mecánico de compartir con sus profesores de esos años, especialmente con el profesor Trino al cual ellos lo han percibido más como académico que como autoridad o político.
En medio de esas conversaciones alguien dijo con mucha emoción que en los tiempos de estudiantes, habían sido monstruos de estudio, rodeados de dioses docentes; incómoda exageración, que solamente nos lleva a rememorar tiempos de aciertos y esfuerzos colectivos.
Freddy Moreno hablaba de algunas historias deportivas y su tocayo Sandoval pensaba en la necesidad de realizar un encuentro empresarial con todos esos compañeros de estudio y de vida. Ronald, el fotógrafo, no desperdiciaba escenas para captarlas y hasta prometió regalarnos algún recuerdo impreso de este encuentro.
Douglas, al cual yo no había vuelto a ver desde hace casi 35 años, aún se mostraba agradecido por algunos rasgos de amistad recordada con sus profesores.
Es fácil sentirse contento rodeado de buenos amigos y gratos recuerdos.
Se sirvió una rica cena de rasgos navideños que tal vez también por eso nos compromete a tener en diciembre otro encuentro con estos apreciados amigos. Como lo dije, ayudado por la emoción y por la botella verde: ¡Que se repita!
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