El viernes 22 de septiembre 2023 en Las Vegas de Táriba, entre el puente y el semáforo del supermercado Garzón, caí en un hueco tan grande y perturbador que pensé que alguien me había llegado por detrás. Sin embargo, seguí porque aparte de caer en un megahueco, no había sucedido nada más.
Al día siguiente me dirigía a La Concordia para asistir al velorio de un querido amigo y el carro empezó a presentar signos de calentamiento que me hicieron abortar el destino. El golpe tan fuerte había expulsado un tornillo defectuoso que hizo que las aspas del ventilador perforaran el panel del radiador. Con este inquietante diagnóstico esperé hasta el lunes 25/09 cuando bien temprano me dirigí a la calle El Alto del barrio Bolívar (paralela a la principal) donde en un taller que funciona en un callejón, el Sr Juan, el mago de los radiadores, trataría de arreglarle los problemas que mi Optra estaba presentando.
El mago trabajaba pero el sol era abrasador y buscando una sombra me dirigí con mi esposa a un galpón justamente enfrente en donde parecía menos caluroso el ambiente. Un motorizado al salir me notificó que ahí era un taller, pero de transformadores y me dio una tarjeta: Transformadores Wilfredo Pérez de un ingeniero electrónico y también electricista del mismo nombre.
Recordé un exalumno de ese nombre y me animé a tocar el timbre. La sorpresa fue grata pues precisamente sí correspondía al ex alumno que yo recordaba y porque su alegría como la mía, dieron rienda suelta a efusivos saludos y evocación de recuerdos.
Wilfredo me mostró todas las instalaciones de su taller para reparar y fabricar transformadores; me contó su historia sobre cómo había llegado a convertirse en un empresario casi único en el país,trabajando con este tipo de dispositivos eléctricos.
El hablaba, y yo entretanto, me llenaba de orgullo porque sencillamente en su desempeño, ratificaba mi parecer de que la UNET, la gran UNET, ahora tan maltrecha y disfuncional, tuvo una época de grandes logros, reflejados siempre en la alta calidad profesional de sus egresados.
Sí, Wilfredo perteneció a las primeras promociones de Ingeniería Electrónica y también luego de ser ingeniero electrónico UNET, consiguió muy fácilmente ser Ingeniero Electricista en la Santiago Mariño, pues esto le facilitaba participar sin trabas en proyectos de potencia eléctrica en los cuales el transformador es un gran caballo de batalla.
Me contó varias historias; y para variar, nos echó un cuento sobre un parcial de Circuitos en donde casi por un solo punto había estado al borde de retirarse de la Universidad. Pero el punto llegó y se hizo ingeniero y empresario.
Como todos los egresados UNET, se mostraba cómodo, efectivo y agradecido con su profesión, con su Universidad y con sus profesores.
Mirando a este ingeniero egresado de la UNET, a las modestas pero ingeniosas y eficaces instalaciones de su taller y fábrica, yo pensaba en la mala suerte del país al haber, sus despistados y revolucionarios (?) pseudo líderes, desechado a la educación como prioridad para la transformación del país. Para no caer en el pesimismo pensé: Algún día la UNET reencontrará su grandeza.
Al salir del galpón, El Mago ya había terminado su trabajo y para mi sorpresa, mi ex alumno había cubierto con su vecino todos los costos de tal reparación. Verdaderamente, me sentí algo apenado; pero muy contento y orgulloso con mi exalumno. No estaba sola la calidad profesional, había mucho respeto, afecto y gratitud.
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